Poemas escritos a oscuras, escritos bajo la luz encandilante del mediodía. Arriba de la cama, en medio del campo, detrás de un árbol. Marianela Márquez tiene una respiración de largo aliento que de pronto se interrumpe, se quiebra y la cadencia de una aparente prosa queda muda en un espasmo.

El dolor de una cabeza es todos sus miedos, silencios y soledades. El dolor de una cabeza es una piel que se seca, un corazón contraído. Diario de cefalea no explica nada, no cuenta nada: el poema se construye en el borde de ese no saber, en la intuición del peso de las decisiones, de las separaciones, de la maternidad, del erotismo, de una tristeza cuyo sentido se escurre y puede tal vez reponerse en la simple y fresca alegría del poema mismo.

Guadalupe Wernicke