Herida

 

Con la herida abierta,

me dijo.

No fue una noche tranquila,

tampoco la vez que vi los pájaros

acercarse al suelo

piar tan fuerte,

y no grité.

Fue la vez que dije no quiero.

Fue una tropa de caballos salvajes

atravesando su cuerpo

hasta llegar al mío.

El corazón me daba golpes en el pecho.

Ser la culpable

era una sentencia

y yo lo sabía.

Nunca preguntaron por mi herida.

Ahora puedo dejarla al descubierto

sin más refugio que el sol

para secar lo que duela.

Puedo vivir con la herida

en la punta de la mano

pero nunca como un arma.

El mal no es real,

quise decirle.

El mal es una confusión,  pensé.

Puede que la muerte mienta de Natalia Romero

$4.000
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Herida

 

Con la herida abierta,

me dijo.

No fue una noche tranquila,

tampoco la vez que vi los pájaros

acercarse al suelo

piar tan fuerte,

y no grité.

Fue la vez que dije no quiero.

Fue una tropa de caballos salvajes

atravesando su cuerpo

hasta llegar al mío.

El corazón me daba golpes en el pecho.

Ser la culpable

era una sentencia

y yo lo sabía.

Nunca preguntaron por mi herida.

Ahora puedo dejarla al descubierto

sin más refugio que el sol

para secar lo que duela.

Puedo vivir con la herida

en la punta de la mano

pero nunca como un arma.

El mal no es real,

quise decirle.

El mal es una confusión,  pensé.