"Enero: la ciudad y el trabajo, el impulso de un viaje. El retorno de una chica al interior del interior, a la casa familiar. En un relato divertido, atento a las percepciones, Leticia Obeid construye el recorrido de Elena observando la distancia geográfica y también de la mirada: la ciudad se hace maqueta, el pueblo se achica en los espejos, los retratos son fantasmas, Elena se va de foco, se desdibuja y se reencuentra. Con precisión y delicadeza describe el ambiente del trabajo, el verano en el campo, las filiaciones, los secretos de una lengua, de una conversación. Revisita los afectos y lugares que habita, habitó, que habitan en ella.
Siguiendo al Benjamin autobiográfico que recorre Sontag en “Bajo el signo de Saturno”, aquí el tiempo se convierte en espacio y “Frente, perfil y llanura” traza la cartografía de una sensibilidad. En este viaje hacia el interior geográfico y hacia el interior de Elena, el relato rompe toda continuidad cronológica, pero en estas disrupciones mantiene la simultaneidad. No es un trayecto lineal o la mera superposición de un personaje en un ambiente, ni la sucesión cronológica de recuerdos o la contemplación estática del pasado. Hay una preocupación en registrar con precisión las calles, los recorridos, las trampas, los mojones, la constitución sentimental inscripta en el paisaje.

No hay personaje en el vacío, parece decirnos Leticia Obeid, entendiendo al paisaje como parte de esta construcción sentimental. No importa si es materia del sueño, del recuerdo o del deseo. No somos sin paisaje."

Alejandra Baldovin

Frente, perfil y llanura de Leticia Obeid

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"Enero: la ciudad y el trabajo, el impulso de un viaje. El retorno de una chica al interior del interior, a la casa familiar. En un relato divertido, atento a las percepciones, Leticia Obeid construye el recorrido de Elena observando la distancia geográfica y también de la mirada: la ciudad se hace maqueta, el pueblo se achica en los espejos, los retratos son fantasmas, Elena se va de foco, se desdibuja y se reencuentra. Con precisión y delicadeza describe el ambiente del trabajo, el verano en el campo, las filiaciones, los secretos de una lengua, de una conversación. Revisita los afectos y lugares que habita, habitó, que habitan en ella.
Siguiendo al Benjamin autobiográfico que recorre Sontag en “Bajo el signo de Saturno”, aquí el tiempo se convierte en espacio y “Frente, perfil y llanura” traza la cartografía de una sensibilidad. En este viaje hacia el interior geográfico y hacia el interior de Elena, el relato rompe toda continuidad cronológica, pero en estas disrupciones mantiene la simultaneidad. No es un trayecto lineal o la mera superposición de un personaje en un ambiente, ni la sucesión cronológica de recuerdos o la contemplación estática del pasado. Hay una preocupación en registrar con precisión las calles, los recorridos, las trampas, los mojones, la constitución sentimental inscripta en el paisaje.

No hay personaje en el vacío, parece decirnos Leticia Obeid, entendiendo al paisaje como parte de esta construcción sentimental. No importa si es materia del sueño, del recuerdo o del deseo. No somos sin paisaje."

Alejandra Baldovin